1º Bachillerato Nutrición y salud UD 5 El aparato excretor

 

El aparato excretor es el conjunto de órganos y estructuras que intervienen en la eliminación de los productos de desecho obtenidos en la célula tras la actividad metabólica, y cuya acumulación resulta tóxica para el organismo.

Hemos de recordar que NUNCA podemos confundir desechos con excrementos (o con secreciones) ni la excreción con la defecación o egestión. Son cosas totalmente diferentes que tienen un origen totalmente diferente y que transitan por rutas y estructuras totalmente diferentes del organismo.

Por lo tanto es uno de los principales responsables del mantenimiento de la homeostasis (estabilidad de las condiciones fisicoquímicas del medio interno de los seres vivos). En el primer punto del tema vamos a repasar algunos de los parámetros o constantes fisiológicas más importantes, cuyo mantenimiento dentro de estrechos límites (de ahí que se les llame “constantes”), es de vital importancia.

1. Principales constantes del medio interno

1.1. Homeotermia

El organismo humano, como el de todos los mamíferos y aves, es homeotermo porque dispone de mecanismos que conservan constante la temperatura del cuerpo a pesar de las fluctuaciones térmicas que puedan presentarse tanto en el medio externo que le rodea, como en su propio medio interno.

También se dice que somos endotermos por generar dicho calor a partir de reacciones metabólicas celulares (“desde dentro”). Esta temperatura es de aproximadamente 37 ºC y, obviamente, es la óptima para la actividad de nuestras enzimas (en todos los mamíferos sucede lo mismo). Las aves, sin embargo, mantienen una temperatura constante de 41ºC. Como curiosidad y excepción a lo anterior hay que decir que los testículos se hallan fuera de la cavidad corporal, recogidos en un pliegue de piel, porque los espermatozoides no pueden ser producidos correctamente a la temperatura corporal sino a algunos grados por debajo).

La regulación de la homeotermia obedece a mecanismos fisiológicos que permiten incrementar la producción de calor (termogénesis) y conservación del mismo o bien facilitar su eliminación (termólisis). Tales mecanismos se hallan, en su mayoría, regidos por un pequeño centro situado en la cara inferior del encéfalo, denominado hipotálamo. El hipotálamo funciona como un centro autorregulador de la temperatura corporal, comparable al termostato de un calentador eléctrico; es decir, cuando baja la temperatura pone en marcha los mecanismos de termogénesis, mientras que cuando sube, activa los de termólisis, manteniéndola así al mismo nivel.

La termogénesis o producción de calor se debe principalmente a las oxidaciones que sufren los nutrientes en las células (catabolismo), en especial en las del tejido muscular. Se trata, pues, de un mecanismo químico (los “tiritones” son contracciones rápidas e involuntarias de la musculatura producidas con el único fin de generar calor. Por otra parte, el trabajo muscular libera una gran cantidad de calor como “producto residual” de la síntesis del ATP, indispensable para la contracción).

Otro mecanismo interesante en mamíferos y aves como modo de evitar la pérdida de calor es enderezar el pelaje o las plumas, para crear una capa más ancha de aire inmóvil en torno al cuerpo, que es el mejor aislante. Nosotros, como “monos desnudos” que somos hacemos el intento y se nos pone “la carne de gallina”: hemos perdido pelo, quizás como mecanismo que favorece la termólisis (recuerda que procedemos de las sabanas africanas), pero seguimos teniendo la capacidad de poner los (pocos) pelos de punta.

La termólisis o pérdida de calor, a diferencia de la termogénesis, obedece a fenómenos físicos en los que juega un papel fundamental la irradiación del calor hacia el exterior a través de la superficie corporal. Uno de los mecanismos más eficaces de la termólisis es el que desarrolla el aparato circulatorio. Cuando al organismo le interesa perder calor se produce una vasodilatación cutánea, recibiendo la piel gran cantidad de sangre que se enfría al ponerse en contacto con la superficie externa y luego, al regresar a los órganos internos, hace bajar la temperatura de éstos (equivaldría al radiador de los automóviles). El fenómeno inverso ocurre cuando al organismo le interesa evitar la pérdida de calor (defensa contra el frío). En este caso se produce un estrechamiento de los vasos sanguíneos superficiales, que se traduce en una palidez de las regiones corporales más expuestas al frío. (Si el frío puede comprometer la vida de las células expuestas al aire, la sangre, a pesar de todo, fluirá a esa zona para calentarla. Por eso se nos ponen la nariz o las manos enrojecidas en los días de mucho frío.

Existe otro mecanismo para facilitar la termólisis, consistente en el aumento de la  evaporación de agua a través de la piel, se trata de la sudoración, producida por las glándulas sudoríparas.



1.2. Equilibrio osmótico

Otra constante importante del medio interno es el equilibrio osmótico, como vimos al estudiar las sales minerales. Para el mantenimiento normal de las funciones celulares es imprescindible una constancia de la presión osmótica en el medio que las rodea. Los líquidos orgánicos de los mamíferos, para mantener una presión osmótica normal, deben poseer una concentración de sales de alrededor de 9 g/l de disolución (como el suero fisiológico). [Para conseguir la presión osmótica adecuada en la sangre harían falta más sales, pero esto a su vez tendría efectos negativos, de ahí que el resto de la presión osmótica corra a cargo de proteínas plasmáticas].

Los riñones son el principal mecanismo osmorregulador. Esta es una función diferente a la excreción y que ya mencionamos al estudiar el aparato endocrino. Estos órganos eliminan más o menos agua y sales en función de la presión osmótica de la sangre, de manera que si en esta aumenta el contenido acuoso, el riñón elimina más agua y retiene los cuerpos disueltos. En el caso contrario, el riñón elimina el exceso de sales y retiene el agua. Todo esto dentro de un límite. (El riñón humano no puede eliminar un gran exceso de sal de modo rápido: por eso no podemos beber agua de mar).

1.3. Regulación del pH

Todas las actividades celulares tienen lugar únicamente en un medio de reacción apropiado, deteniéndose si este es más ácido o más básico (alcalino) de la cuenta. Por eso, el organismo necesita también disponer de unos mecanismos que mantengan constante el pH. En general, el pH óptimo es de 6,5 (próximo a la neutralidad).

Estos mecanismos son necesarios porque existen continuamente actividades que modifican el pH, normalmente aumentando la acidez, es decir, produciendo protones o hidrogeniones (H+) [estos iones se unen a una molécula de agua formando el ion hidronio (H3O+)].

La regulación del equilibrio entre ácidos y bases la consigue el organismo por los llamados sistemas tampón o amortiguadores en los que intervienen ciertas sustancias del plasma entre las que destaca el ion bicarbonato. (Hay otros iones e incluso proteínas captadoras-donadoras de protones). Estos compuestos químicos reaccionan con los ácidos o bases que puede haber en exceso, devolviendo el pH a la normalidad.

Es fundamental la labor del pulmón en la regulación del pH al eliminar más o menos CO2 y la del riñón al reabsorber más o menos cantidad de urea y bicarbonato.


1.4. Glucemia

La glucosa es el combustible celular por excelencia y en algunos casos el único empleado, tal y como sucede con las neuronas del sistema nervioso. La glucemia o concentración de glucosa en sangre debe oscilar aproximadamente entre 0,8 y 1,2 g/l en ayunas.

Existe un complejo sistema de regulación basado en dos hormonas antagónicas sintetizadas en el páncreas: la insulina y el glucagón; la primera de las cuales hace disminuir la glucemia y la segunda tiende a aumentarla.



1.5. Uremia

Se define la uremia como la concentración de urea en sangre. El metabolismo celular produce residuos continuamente que fundamentalmente proceden de la respiración celular. Entre ellos destacan el dióxido de carbono y la urea.

La urea es un compuesto nitrogenado procedente del catabolismo de los aminoácidos. Estos y otros residuos resultan tóxicos y se requiere su rápida eliminación para evitar daños en el organismo. El riñón va a ser el órgano encargado de la filtración de la urea de la sangre para su posterior eliminación.

1.6. Otros parámetros de importancia

Existen otras muchas sustancias, bien directamente empleadas como fuentes de energía, como los triglicéridos; o bien estructurales, como el colesterol y ciertas proteínas, que deben mantenerse dentro de unos valores determinados.

No debe olvidarse el hecho de que en los líquidos del medio interno también se  encuentran otros componentes, como hormonas y enzimas cuyas concentraciones variarán en función del estado fisiológico del organismo.

Los valores de los distintos parámetros son tan exactos dentro de sus límites, que un  análisis de sangre puede dar indicaciones muy precisas a un especialista sobre el funcionamiento del individuo estudiado. También se analizan las células sanguíneas ya que cada uno de los tipos celulares debe presentar en condiciones normales una cantidad determinada.

2. Componentes del aparato excretor

Vamos a destacar cuatro componentes principales del aparato excretor:

a) Aparato respiratorio (pulmones); como ya estudiamos anteriormente los pulmones y el aparato respiratorio se van a encargar de filtrar de la sangre y expulsar al exterior el principal de los desechos de nuestro metabolismo: el CO2.

También en ellos se va a producir la excreción de aquellos otros desechos o tóxicos que sean volátiles (como por ejemplo el alcohol).

b) Hígado; también estudiamos en el primer trimestre el hígado por su labor en el funcionamiento del aparato digestivo.

La labor del hígado en la excreción va a ser muy importante. Se encargan de la eliminación de los restos de la degradación de la hemoglobina (recordad que los eritrocitos tienen una vida breve) así como de numerosos compuestos tóxicos que ingerimos (alcohol, medicamentos, hormonas, …).

El hígado excreta estas sustancias en forma de pigmentos biliares que van a parar al intestino y acaban saliendo al exterior junto con las heces.

c) Glándulas sudoríparas; estas glándulas van a producir una secreción acuosa: el sudor. Como ya estudiamos, su función no es excretora si no termorreguladora: la sudoración es uno de los principales mecanismos de nuestro organismo para eliminar calor (gracias al elevado calor de evaporación del agua).

Hay dos tipos de glándulas, las ecrinas y las apocrinas.

La mayoría son glándulas ecrinas, que se encuentran distribuidas por casi toda la superficie corporal, siendo más abundantes en las plantas de los pies, las palmas de las manos, la frente, las mejillas y las axilas. Estas glándulas segregan un sudor inodoro, incoloro y acuoso que es el que ayuda al cuerpo a regular su temperatura, eliminando el calor por medio de la evaporación. Por lo general, este tipo de sudor es el que se ve involucrado en los problemas de hipersudoración.

El otro tipo de glándulas sudoríparas son las apocrinas. Éstas se encuentran principalmente en las axilas y en la zona genital. El fluido que producen es más denso y con más cantidad de ácidos grasos y otros lípidos, de tal forma que cuando entra en contacto con las bacterias que se encuentran en la superficie de la piel se metabolizan y produce el olor corporal. Sus funciones son de protección del pelo y de comunicación química (feromonas).

Ambas glándulas se activan por medio del sistema nervioso, que suele responder a una variedad de estímulos, incluyendo principalmente el aumento de temperatura corporal, pero también cambios hormonales, las emociones y la actividad física.

A nivel evolutivo, las glándulas apocrinas fueron las primeras en aparecer. En los humanos, su presencia se ha limitado a la zona preumbilical, areola, axilas, pubis, escroto, región perianal, párpados y canal auricular.

En cambio, las glándulas ecrinas aparecieron más tarde en la evolución filogenética, y se encuentran distribuidas a lo largo de toda la superficie del cuerpo. Por este motivo, las apocrinas son mucho menos numerosas que las ecrinas.


Esto no impide que se aproveche esa pérdida de agua y sales minerales para eliminar algunos desechos solubles en agua como el alcohol, la urea, ...

d) Aparato urinario; el aparato urinario se va a encargar, mediante los riñones, de filtrar la sangre y expulsar al exterior todas las toxinas y desechos que sea posible. Dado que no lo hemos estudiado antes y que su labor es la más compleja de las anteriores es al que vamos a dedicar el grueso del tema.

3. Anatomía del aparato urinario

Casi todos los productos que se originan como consecuencia del catabolismo son sustancias de desecho que deben ser eliminadas, porque no solamente resultan inútiles para el organismo, sino que también son perjudiciales. El agua puede ser también un producto de excreción y aunque no hay que considerarla un desecho, si sobra, habrá que expulsarla.

El aparato urinario se halla situado en la cavidad abdominal y está constituido por los riñones (encargados de filtrar la sangre y fabricar la orina) y las vías urinarias: los uréteres, la vejiga urinaria y la uretra (encargadas de conducir la orina al exterior del organismo). 

Situación del aparato urinario en el abdomen

3.1. Los riñones

Los riñones son dos órganos en forma de habichuela de unos 10 cm. de longitud, de color marrón rojizo muy oscuro que se encuentran situados en la región lumbar, a ambos lados de la columna vertebral por debajo de las costillas (más arriba de lo que generalmente cree mucha gente).

Si cortamos un riñón en sentido longitudinal observaremos tres partes claramente diferenciadas:

a) la corteza o parte externa, de aspecto granuloso y formada por tejido conjuntivo

b) la médula, que tiene un aspecto estriado, de modo que las estrías se agrupan en paquetes de forma triangular llamados pirámides renales o pirámides de Malpighi. El vértice está muy perforado para que la orina pase a los cálices renales.

Entre las pirámides hay unas columnas renales que están formadas por tejido conjuntivo de la corteza que se introducen en la médula.

c) una cavidad, con forma de embudo y en la que confluyen los vértices de las pirámides, denominada pelvis renal.

3.1.1. La nefrona

Cada riñón está formado por aproximadamente un millón de tubitos microscópicos, cada uno de los cuales es una unidad estructural y funcional denominada nefrona. La nefrona es un tubo que empieza en un ensanchamiento en forma de copa denominado cápsula de Bowman, que rodea un apelotonamiento de vasos capilares o glomérulo (esta parte se halla en la corteza renal).

Tras la cápsula, el tubo se introduce en la médula renal y se enrolla formando un ovillo, el túbulo contorneado proximal, que tras numerosas vueltas se endereza y profundiza en la médula hasta que da la vuelta, es el asa de Henle, y se dirige hacia la corteza donde vuelve a enrollarse formando el túbulo contorneado distal.

Una vez más, se endereza y se dirige a un tubo de mayor calibre al que desembocan los extremos de otras nefronas, llamado túbulo colector (ver esquema).

La relación entre el aparato excretor y el circulatorio es muy estrecha, pudiéndose decir que el riñón “filtra” la sangre. A cada riñón llega una gran arteria renal, procedente de la aorta descendente que se ramifica dentro de él. A cada nefrona llega una arteriola aferente que se capilariza en la cápsula de Bowman formando el glomérulo. La red de capilares se reúne en una arteriola eferente que sale del glomérulo y se vuelve a ramificar y capilarizar en torno a toda la nefrona (túbulos contorneados proximal y distal, asa de Henle y túbulo colector). Por último, estos capilares se reúnen de nuevo en una vénula que desembocará en la vena renal

3.2. Las vías urinarias

a) Uréteres; son dos conductos estrechos (menos de 6 mm de ancho) con unos 25 cm de largo, revestidos por mucosa y con una pared muscular que con sus contracciones peristálticas ayudan a bajar a la orina hasta la vejiga. 


b) Vejiga urinaria; se encuentra en la cavidad abdominal, tras la sínfisis púbica. En las mujeres se sitúa delante del útero y en los hombres se apoya sobre la próstata. Es un órgano hueco que cuando está lleno tiene una forma esférica, y cuando está vacía se asemeja a un tetraedro.


Las fibras musculares involuntarias le permiten expandirse a medida que se va llenando de orina y luego se contrae para vaciarse. Está revestida por un epitelio que está unido de forma laxa con la musculatura, de tal modo que cuando está vacía se arruga y forma unos pliegues llamados rugosidades, pero cuando está llena es liso. Sin embargo hay una zona en la parte de atrás siempre lisa, el trígono, que se extiende entre los orificios uretrales y el punto de salida de la uretra.

Presentar dos tipos de esfínteres: uno interno, formado por musculatura lisa e involuntario y otro externo, formado por musculatura estriada y de control voluntario.

La capacidad fisiológica de la vejiga urinaria o hasta que aparece el deseo de orinar oscila entre los 300 y 350 centímetros cúbicos. Y puede aumentar de 2 a 3 litros en caso de retención aguda de orina.


Cuando la vejiga está llena, el sistema nervioso recibe la señal de que es necesario su vaciado (reflejo de micción), procediendo a la micción, siendo expulsada al exterior a través de la uretra

c) Uretra; la uretra es un conducto que sale de la vejiga y conduce la orina al exterior. Presenta un marcado dimorfismo sexual por lo que tenemos que distinguir:

· En el caso femenino la uretra es corta (unos 4 cm) y desemboca en el meato urinario (situado en la vulva entre el clítoris y el introito vaginal). Debido a su posición y a su pequeño tamaño es más sencillo que haya infecciones en la uretra y que están alcancen a la vejiga produciendo cistitis.


· En el caso masculino la uretra es más larga (unos 15-20 cm). Va a pasar por la glándula prostática y luego deberá atravesar el pene hasta desembocar en el meato urinario situado en el glande. La uretra masculina también va a conducir el líquido seminal o semen pues recoge las secreciones de la próstata y se comunica con los conductos deferentes. Por lo tanto tiene una doble función excretora y reproductora.

Para evitar que se libere orina durante la cópula existen unos esfínteres que impiden el paso de la misma durante la erección (como veremos más detalladamente en el tema del aparato reproductor en anatomía aplicada).


4. Fisiología del aparato urinario

4.1. Formación de la orina

La función del aparato urinario es la elaboración de la orina a partir del filtrado de la sangre. La unidad fisiológica de los riñones son las nefronas (que se encargan de llevar a cabo este proceso).

La complejidad e importancia del proceso se ponen de manifiesto cuando los riñones dejan de funcionar. Esto conlleva un serio y rápido deterioro de la homeostasis que acaba provocando un fallo multiorgánico y finalmente la muerte.

La sangre transporta los productos de desecho procedentes del catabolismo celular y otras muchas sustancias con diferentes orígenes y funciones. Los riñones deben discriminar entre lo que es preciso eliminar y lo que no, y lo que hay que retirar por encontrarse por encima de la concentración adecuada, pero sólo hasta que se alcance el valor correcto [Por encima de una cierta concentración de glucosa en sangre, los riñones eliminan la sobrante. Desgraciadamente esto no es suficiente para alcanzar el valor normal. El significado de la enfermedad “diabetes mellitus” significa orina con sabor a miel: el médico Hipócrates, hace más de dos mil años ya recomendaba a los demás médicos probar la orina de los enfermos para diagnosticar enfermedades].

La elaboración de la orina se desarrolla en dos etapas, que se denominan fase glomerular y fase tubular, de acuerdo con el lugar de la nefrona en que tienen lugar.

A) Fase glomerular; tiene lugar en el glomérulo. De la sangre de los capilares pasa al interior de la cápsula de Bowman una gran cantidad de líquido cuya composición es semejante al plasma sanguíneo pero desprovisto de proteínas. Se trata de una solución acuosa muy diluida de sales minerales, urea, glucosa, aminoácidos, hormonas, medicamentos, enzimas, vitaminas, etc.

El paso de estas sustancias hacia el interior de la cápsula se debe a un mecanismo puramente físico de filtración, de ahí que a esta fase se la conozca también con el nombre de fase de filtración glomerular. La filtración depende de la presión sanguínea, y esta puede ser modificada variando el diámetro de las arteriolas aferentes y eferentes. La cantidad de líquido que ingresa por filtración en las cápsulas de Bowman es enorme, cifrándose en unos 180 litros diarios.

Este líquido, que circula por la nefrona, recibe el nombre de orina primaria. Teniendo en cuenta que no contamos con más de 5 litros de sangre en el organismo, fácilmente se comprende que semejantes volúmenes no pueden ser eliminados en forma de orina. Además de la deshidratación, supondría una pérdida de sustancias que provocarían unos desequilibrios osmóticos imposibles de reponer. Así pues, a la filtración sigue un proceso de reabsorción en la fase siguiente.

B) Fase tubular; el filtrado glomerular experimenta profundas modificaciones a lo largo del tubo de la nefrona, hasta ser convertido en orina final.

Dichas modificaciones consisten principalmente en la reabsorción de sustancias que volverán a la sangre como: agua, glucosa, aminoácidos, gran parte de los iones: cloro, sodio, potasio, calcio, fosfato, bicarbonato. Incluso se reabsorbe una parte de la urea. También se reabsorben las vitaminas, hormonas y cuantas sustancias útiles haya en la orina primaria.

Los mecanismos de reabsorción los realizan las membranas de las células que forman los tubos de las nefronas y son variados dependiendo de la sustancia a reabsorber: desde transporte activo con gasto de energía, a transporte facilitado (mediante transportadores específicos de membrana), cotransporte (aprovechando la entrada de otra substancia) o simplemente por difusión simple a través de las membranas.

Las células de las nefronas están en contacto con una red de capilares que serán los que recogerán las moléculas reabsorbidas, pasando así de nuevo a la sangre. [Ejemplo de cotransporte: la reabsorción de una parte de la urea, ayuda a reabsorber agua].

Cada tramo de la nefrona está especializado en la reabsorción de determinados componentes y así el trabajo realizado por las células del túbulo contorneado proximal, del asa de Henle y del túbulo contorneado distal son diferentes. Podemos destacar:

a) 1ª reabsorción de solutos; en el túbulo contorneado proximal, debido a unas proteínas especiales de la membrana de sus células, se extrae de su interior los iones Na+, la glucosa y los aminoácidos, que vuelven a la sangre, permaneciendo en su interior la urea.

b) Reabsorción de agua; en el túbulo recto descendente de la asa de Henle, al ser permeable al agua y al ion Na+ y atravesar una zona de alta salinidad, se produce la salida de agua, por un proceso llamado ósmosis, y la entrada del ion Na+. Aquí podemos ver un claro ejemplo de lo que hemos hablado en clase respecto a como es con las sales minerales y los iones como conseguimos el flujo de agua en los seres vivos.

c) 2ª reabsorción de iones Na+ y agua; la segunda extracción de iones Na+ de la orina en formación se realiza en el resto del recorrido (túbulo recto ascendente del asa de Henle, túbulo contorneado distal y túbulo colector), gracias a unas proteínas especiales de la membrana de sus células. El túbulo recto ascendente del asa de Henle es impermeable al agua pero los dos siguientes y últimos tramos sí son permeables al agua. En ellos se produce por ósmosis la segunda reabsorción de agua, con lo cual la orina en formación se concentra mucho.

Es necesario mencionar otro proceso que también tiene lugar: la secreción consiste en el paso de ciertas sustancias desde la sangre de los capilares que rodean a la nefrona al tubo de la nefrona, pasando a formar parte de la orina. De este modo se eliminan algunas sustancias como por ejemplo, muchos medicamentos, el exceso de K+, ... (es un proceso inverso a la reabsorción).



El resultado final del proceso es la orina final o secundaria. Su principal componente es el agua, en la que van disueltas diversas sustancias entre las que destacan, por ser las más abundantes, la sal común y la urea. Otro componente que se encuentra en menor cantidad es el ácido úrico. Existen también en la orina diversos pigmentos, que son los que le dan el color amarillento, debiendo citar como más importante la urobilina.

La orina contiene ciertas cantidades de hormonas y, si hay un exceso de ellas en sangre, glucosa y vitaminas. Aquí el riñón se comporta como un “rebosadero”. Un análisis de orina también puede dar muchas indicaciones sobre el estado del organismo (por ejemplo la prueba del embarazo se efectúa con una muestra de orina). Muchos medicamentos se eliminan con la orina.

La cantidad de orina final producida diariamente es variable en función de diversos factores, tales como la cantidad de agua o de sales ingeridas, así como la temperatura y humedad exteriores, pero aproximadamente viene a ser un litro y medio (es decir, se reabsorben los casi 180 litros filtrados. Esto quiere decir, que en 24 horas la sangre se filtra unas 36 veces). 


4.2. Control de la reabsorción de agua en el riñón

Una de las funciones más importantes del riñón es regular el contenido de agua de la sangre. Los riñones filtran alrededor de 125 ml (aproximadamente media taza) de agua por minuto, por lo que sin reabsorción se produciría más de 180 litros de orina al día.

Como ya hemos visto, la reabsorción a la sangre del agua se produce por ósmosis desde los túbulos contorneados y los túbulos colectores de las nefronas. El agua puede luego difundirse en los capilares permeables de la nefrona que rodean los túbulos.

La cantidad de reabsorción se controla mediante un mecanismo de retroalimentación negativa que involucra la cantidad de hormona antidiurética (ADH) que circula en la sangre.


Este proceso de control involucra al sistema endocrino e involucra al hipotálamo que detecta la concentración osmótica de la sangre. También están involucrados los receptores en el corazón que monitorean el volumen sanguíneo. En respuesta al aumento de la concentración osmótica, el hipotálamo envía señales a la glándula pituitaria para que libere ADH en la sangre para aumentar la permeabilidad de los túbulos de las nefronas y, por tanto, aumente la reabsorción del agua produciendo una orina más concentrada.

El control hormonal final de la nefrona es más complejo como podemos ver resumido en el dibujo de abajo.





5. Hábitos saludables del aparato excretor

Para cuidar y prevenir enfermedades del aparato excretor debemos tener unos hábitos de vida saludables. Algunos de los más importantes son:

a) Tenemos que tomar bastante agua para evitar que la concentración de sustancias disueltas en la sangre sea muy alta y se formen cálculos renales. Se recomienda beber unos dos litros de agua al día.

b) Para evitar el aumento de la concentración de sales en la orina, también deberemos evitar el consumo de alimentos excesivamente salados (cuidado con las bebidas isotónicas). El consumo excesivo de mariscos, vísceras (hígado, riñones, corazones, …) y otros alimentos, también aumenta la concentración de ácido úrico, que también puede formar cálculos.

c) El consumo de alcohol, medicamentos, etc., provoca un exceso de trabajo al hígado, que es el órgano encargado de su eliminación. Por eso, para cuidar nuestro hígado, debemos evitar el consumo de éstas y otras sustancias tóxicas.

d) Hacer ejercicio físico, además de otras ventajas para otros aparatos, supone la excreción de toxinas a través del sudor. El hacer ejercicio también favorece el acceso de sangre oxigenada a los órganos del aparato excretor.

e) Usar prendas que permitan la transpiración. Son recomendables los tejidos como el algodón.

f) Retener demasiado tiempo la orina puede provocar infecciones, aunque nos referimos a periodos de tiempo largos (recordad que estamos toda la noche dormidos sin ir al baño).

g) Llevar a cabo una higiene diaria adecuada. Especialmente de las zonas con una mayor sudoración grasa. Es importante en las mujeres limpiarse después de usar el inodoro desde adelante hacia atrás para evitar que bacterias y materia fecal pasen del ano a la uretra pudiendo producir cistitis.

6. Principales patologías del aparato excretor

6.1. Insuficiencia renal

Es la disminución de la capacidad del riñón para separar la urea de la sangre. El enfermo precisa sesiones periódicas de hemodiálisis en un riñón artificial para limpiar la sangre.

La diabetes y la tensión arterial alta son las dos causas principales de la insuficiencia renal. Controlar ambas enfermedades es fundamental para alargar la vida de los riñones.
Las nefronas pueden llegar a destruirse y el paciente tiene que someterse a diálisis de forma periódica y posteriormente a un trasplante de riñón.






6.2. Cálculos renales (litiasis renal)

Son depósitos cristalinos de ciertas sustancias (ácido úrico, carbonatos, etc.) en los riñones o las vías urinarias.

Su expulsión por los uréteres es muy dolorosa (cólico nefrítico), pudiendo llegar a obstruirlos. Esto provoca unos espasmos MUY dolorosos en el uréter al frotar sobre su pared el cálculo.

El tratamiento consiste en medicamentos que ayuden a deshacer el cálculo, en la aplicación de ultrasonidos para romperlos y en casos extremos a su retirada quirúrgica.

Es bueno no abusar en la dieta de las sustancias causantes que favorecen su formación (sales, proteínas, …).

6.3. Infecciones de las vías urinarias (uretritis, cistitis)

Las infecciones urinarias aparecen por la entrada de algunas bacterias en las vías urinarias inferiores. Son más frecuentes en las mujeres por la posición del meato uretral y el pequeño tamaño de la uretra que facilita la llegada de las bacterias a la vejiga.

No suelen ser enfermedades graves aunque sí muy molestas pues, al ocurrir una inflamación de la vía urinaria, producen una necesidad constante de orinar, escozor, dolor e incluso fiebre.

6.4. Incontinencia urinaria

Aunque puede parecer un problema médico menor la incapacidad de controlar perfectamente la salida de la orina produce en muchas personas una pérdida muy importante de calidad de vida pues es una fuente de vergüenza que acarrea no atreverse a viajar, salir, hacer esfuerzos y relacionarse de forma normal.

En la mayoría de los casos puede corregirse y existen métodos para controlar sus efectos así que no debemos evitar acudir al especialista por vergüenza ni limitar nuestra vida social por ella.


Existen numerosos tipos de incontinencia urinaria en función de cuál es la causa del mismo.




Y con esto terminamos el tema.


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