1º Bachillerato Nutrición y salud UD 2 El aparato digestivo

Antes de empezar el tema recordemos los aparatos y sistemas que se encargan fundamentalmente de la función de nutrición:

1. Anatomía del aparato digestivo

El aparato digestivo se encarga de realizar la digestión, proceso mediante el que los alimentos son troceados y degradados hasta liberar los nutrientes que serán absorbidos (paso del intestino a la sangre y de aquí a todo el organismo). Las sustancias que no pueden ser absorbidas serán eliminadas al defecar formando parte de las heces fecales.

El aparato digestivo consta de 2 partes fundamentales: tubo digestivo y glándulas anejas.

1.1 Tubo digestivo

El tubo digestivo, con una longitud de unos 8-9 metros, comprende las siguientes partes: boca, faringe, esófago, estómago e intestino. Las tres primeras se encuentran situadas por encima del diafragma, las restantes debajo de él, ocupando la cavidad abdominal, envueltas y mantenidas en su posición por una amplia membrana serosa denominada peritoneo. (También hay unas finas membranas de tejido conjuntivo laxo que denominamos mesenterios y que mantienen unidas las distintas partes del tubo).

La pared del tubo digestivo está formada por cuatro capas de dentro hacia fuera:

a) Mucosa o membrana mucosa (epitelio que produce un moco protector y lubricante).

b) Submucosa

c) Capa muscular; encargada de producir los movimientos peristálticos (contracciones rítmicas) que ayudan a mezclar los alimentos y los jugos digestivos y a que vayan avanzando por el tubo digestivo hacia el ano.

d) Serosa; capa externa que se corresponde con el peritoneo parietal y fija al tubo digestivo a su posición en el cuerpo.






1.1.1 La boca o cavidad oral

Es la cavidad por dónde se ingiere el alimento. Está recubierta por un epitelio húmedo denominado mucosa bucal.

En el interior se encuentra la lengua y los dientes, y en ella desembocan las glándulas salivales.

El techo de la boca está formado por el paladar duro (estructura ósea, huesos palatino y maxilar) y el paladar blando o velo del paladar (músculo) del que cuelga la úvula o campanilla, que evita que el alimento y los líquidos entren en las cavidades nasales situadas encima de la boca. El suelo está ocupado por la lengua (músculo esquelético cubierto por una membrana mucosa) y sus músculos que la anclan a los huesos del cráneo y al hioides del cuello. El frenillo es una membrana que conecta la lengua con el suelo de la boca. Lateralmente la cavidad está cerrada por las mejillas o carrillos y por delante encontramos unos músculos orbiculares que son los labios.



Vamos a estudiar las siguientes partes de la boca:

a) Labios; son dos órganos musculares. Tienen muchas terminaciones nerviosas y capilares sanguíneos (color rojo). Su función principal es la lactancia en todos los mamíferos. En los humanos también son muy importantes en el habla y en las relaciones interpersonales. Cierran la boca por la parte delantera

b) Dientes; los dientes están formados por una parte externa denominada corona y una raíz que está inserta en el maxilar (en unos huecos llamados alvéolos). 

La capa más externa de la corona esta compuesta por un tejido calcificado que recibe el nombre de esmalte, la sustancia más dura del organismo. Por dentro del esmalte se halla la dentina, una sustancia de tipo óseo que se extiende desde la superficie más interna del esmalte y penetra en el maxilar para formar la raíz. La dentina de la raíz está cubierta por una capa delgada de un tejido duro denominado cemento.

Las raíces se mantienen en su posición mediante fibras elásticas que forman la membrana periodontal, la cual se extiende desde el cemento hasta una capa ósea engrosada denominada lámina dura, en el interior del maxilar. Por esto se encuentran firmemente adheridos a las encías

La dentina encierra la cavidad pulpar que se continúa en la raíz como el conducto radicular. A través del orificio que se abre en el extremo de la raíz, penetran vasos sanguíneos, nervios y tejido conjuntivo, que ocupan el conducto radicular y la cavidad pulpar.

Tipos de dientes; el ser humano tiene 32 dientes en la edad adulta (dentición definitiva):

· 4 incisivos (con un borde afilado para cortar),

· 2 caninos (con extremos en punta para desgarrar o perforar),

· 4 premolares y 6 molares (con dos o tres cúspides para machacar y triturar).

Los últimos molares son las denominadas muelas del juicio.




La fórmula dentaria consiste en reflejar el número de cada tipo de dientes que tenemos (solo se escribe uno de los lados pues ambos son simétricos).

Dentición de leche; el ser humano tiene 20 dientes que utiliza durante la fase inicial del desarrollo de los maxilares.

Como resultado del crecimiento y ampliación de los maxilares, las raíces de los dientes de leche se separan y dejan espacio para que los dientes permanentes, más grandes, se desarrollen. La presión de los dientes permanentes en crecimiento provoca que los tejidos mandibulares reabsorban las raíces de los dientes de leche, dejando sólo las coronas. Al tiempo que emergen los dientes permanentes, cada uno de ellos desaloja la corona del diente de leche correspondiente.

c) La lengua; órgano musculoso que, además de articular la fonación cuando hablamos y contener las papilas gustativas, participa activamente, junto con la saliva, en la formación del bolo alimenticio que vamos a deglutir o "tragar". También se encarga de mover la comida en la cavidad bucal para llevarla a los dientes y, finalmente, interviene en la deglución, empujando al bolo alimenticio hacia atrás, hacia la faringe.


1.1.2 Faringe

La faringe, conocida vulgarmente con el nombre de «garganta», es una cavidad en forma de embudo, de unos 12 cm, que se halla detrás de la boca, con la que se comunica a través del istmo de las fauces. También establece comunicación por arriba con las fosas nasales a través de las coanas, y por debajo con la laringe, perteneciente al aparato respiratorio, a través de la glotis y con el esófago. Se divide en tres zonas: la nasofaringe, la orofaringe y la laringofaringe.


Como vemos, es un órgano común a los aparatos digestivo y respiratorio, pues a través de ella pasan tanto el alimento como el aire que respiramos. Pero además, de sus caras laterales parten unos finos conductos llamados trompas de Eustaquio, que ponen en comunicación la faringe con el oído medio.

A los lados de la faringe se encuentran unos abultamientos que son las amígdalas. (La faringe es un auténtico “vestíbulo o distribuidor”). Las amígdalas (del latín “almendras”) son dos salientes que en su interior presentan tejido conjuntivo que contiene una gran cantidad de macrófagos. Su función es la de protegernos de las infecciones bacterianas que en algún momento puedan producirse. Su inflamación es un indicativo de esa infección (decimos que tenemos “anginas”). 

1.1.3 Esófago

Es un tubo de unos 30 cm. de longitud que comunica la faringe con el estómago. Recorre el cuello y el tórax y penetra en el abdomen atravesando el músculo diafragma. Desemboca en el estómago por un orificio cerrado por una válvula de tipo esfínter que recibe el nombre de cardias.

Está revestido de una mucosa que segrega un mucus lubricante y protector. Cuando se introduce en él el alimento se originan contracciones peristálticas que provocan el avance del bolo alimentario hacia el estómago.


1.1.4 Estómago

Es un órgano en forma de saco de unos 2,5 litros de capacidad  y de paredes muy gruesas debido a que posee tres capas de células musculares. En él es puede distinguir tres regiones:

a) Región cardíaca. Es la que comunica con el esófago a través del esfínter llamado cardias.

b) Región del fundus. Es la más grande y es la que corresponde a la gran curvatura.

c) Región pilórica. Es la que comunica con el duodeno a través del esfínter llamado píloro.

Su interior presenta numerosos pliegues y una fuerte mucosa protectora. Su función es proteger la pared estomacal de los ácidos y enzimas que segrega durante la digestión (jugo gástrico).

Las tres capas musculares se encargan de mover y mezclar el bolo alimenticio con los ácidos y las enzimas para favorecer su digestión (de forma parecida a como una lavadora mueve la ropa para facilitar su limpieza).


1.1.5. Intestino delgado

Es un tubo de unos 7 metros de longitud y unos 2,5 centímetros de diámetro. En él se puede diferenciar tres sectores denominados:

a) Duodeno. Es la primera parte del intestino delgado. Se comunica con el estómago a través de una válvula denominada píloro. Tiene una longitud de unos 30 cm. En él confluyen la bilis (procedente del hígado), el jugo pancreático (procedente  del páncreas) y el jugo intestinal procedente de las glándulas que están englobadas en sus paredes.

b) Yeyuno. Es la parte intermedia del intestino delgado y también la de mayor tamaño. Presenta muchas curvaturas sobre si mismo, las denominadas asas intestinales.

c) Íleon. Es la última parte del intestino delgado. Se comunica con el intestino grueso a través de la válvula ileocecal.

En la cara interna del intestino delgado encuentro numerosos pliegues para aumentar la superficie de absorción de los nutrientes llamados vellosidades intestinales. A su vez estos pliegues tienen otros pliegues microscópicos (para aumentar aún más la superficie) llamados microvellosidades intestinales. Por ellos se produce la entrada de los nutrientes y su paso al sistema circulatorio.


1.1.6. Intestino grueso

Es la parte final del tubo digestivo. Es un conducto de unos 1,7 metros de longitud y unos 8 centímetros de diámetro. En su interior abundan las bacterias, la denominada flora bacteriana. En el intestino grueso se puede diferenciar tres tramos, que son:

a) Ciego. Es la primera parte del intestino grueso. Su nombre hace referencia a que es un conducto sin salida (ciego). Al final presenta un apéndice vermiforme (con forma de gusano). Cuando este apéndice sufre una infección y la consiguiente inflamación se produce la apendicitis.


b) Colon. Es la segunda parte del intestino grueso. Este va desde el final del intestino delgado, el ileon, con el cual comunica a través de la válvula ileocecal, hasta el recto. En el intestino grueso se pueden diferenciar cuatro sectores denominados: colon ascendente, colon transverso, colon descendente y colon transverso.



c) Recto. Es la última parte del intestino grueso y donde se almacenan los excrementos antes de ser expulsados. Finaliza en el ano. El ano es un esfínter doble (el interno involuntario y el externo voluntario) que regula la salida al exterior de los excrementos.

El interior del intestino grueso está recubierto de una mucosa protectora que ayuda a lubricar el paso de las heces fecales. 

1.2. Glándulas anejas

Son aquellas glándulas que trabajan para posibilitar la acción del aparato digestivo pero se encuentran en el exterior del tubo digestivo. Podemos distinguir las glándulas salivales, el hígado y el páncreas.

1.2.1. Glándulas salivales

Existen tres pares de glándulas salivales: las submaxilares, las sublinguales y las parótidas, que secretan alrededor de 1 litro de saliva al día.



Podemos distinguir entre una saliva de tipo seroso (fluido fino y acuoso, sin moco), que contiene la enzimas amilasa o ptialina salivales, que inician la digestión química de los glúcidos (del almidón) y una saliva de tipo mucoso (fluido grueso y pegajosa, con moco), lubrica la comida durante la masticación gracias a la mucina.

Las glándulas parótidas, situadas debajo y delante de cada oreja, producen saliva serosa. Su conducto puede verse desembocar en el interior de la mejilla a la altura del segundo molar.

Las glándulas submandibulares son mixtas y contienen células secretoras serosas y productoras de moco. Están bajo la mandíbula inferior y sus conductos se abren a ambos lados del frenillo lingual.

Las glándulas sublinguales son de tipo mucoso y se abren en el suelo de la boca por varios conductos (15-20). 


1.2.2. El hígado y la vesícula biliar

El hígado es un gran órgano (alrededor de 1,5 kg) que ocupa toda la parte superior derecha de la cavidad abdominal y se extiende un poco hacia la parte izquierda. Presenta una coloración parecida al vivo tinto y se encuentra debajo del diafragma y al lado derecho del estómago.



Sus células secretan la bilis a los conductos, por lo que el hígado se considera la mayor glándula (exocrina) del cuerpo. En su cara inferior se encuentra una pequeña bolsa, la vesícula biliar, que acumula la bilis, líquido segregado por el propio hígado, y que se verterá en el duodeno, a través de un conducto, el colédoco, que desemboca junto con el conducto procedente del páncreas, en un pequeño abultamiento llamado ampolla de Vater [cole= bilis, de ahí deriva el término de cólico y la palabra melancolía→].

El hígado es un órgano con innumerables funciones, destacando:

a) laboratorio químico, ya que en él se producen grandes transformaciones metabólicas. Por ejemplo, el exceso de glucosa es transformado en grasa.

b) órgano excretor, al eliminar residuos del metabolismo que las células han arrojado a la sangre, tales como la bilirrubina procedente de los glóbulos rojos destruidos

c) órgano almacenador de múltiples sustancias como glucógeno, vitaminas, hierro, etc.

d) órgano detoxificador, porque destruye numerosas sustancias tóxicas como el alcohol o simplemente extrañas, como muchos medicamentos

e) órgano homeostático, porque evita desequilibrios en la composición de la sangre.

f) órgano sintetizador, el hígado fabrica muchas sustancias con funciones específicas como proteínas transportadoras de la sangre, proteínas que intervienen en la coagulación de la sangre, la famosa EPO (hormona eritropoyetina) etc.

Si el hígado por algún motivo dejara de funcionar moriríamos en pocas horas. Para el pueblo Asirio (hace casi 8000 años) la importancia de este órgano estaba clara: para ellos el alma no estaba en el corazón sino en el hígado.

La bilis contiene sales biliares y colesterol que actúan a modo de detergentes rompiendo de forma mecánica o emulsionando las grasas, formando partículas más pequeñas para permitir su digestión. Además, al excretarse con las heces, la bilis permite la eliminación del colesterol.


1.2.3. El páncreas

El páncreas se sitúa detrás y debajo del estómago (hacia el lado izquierdo del abdomen). Tiene forma alargada y aplanada y su color es blanco rosado. Tiene poca consistencia.

Este órgano es una glándula mixta, ya que actúa como exocrina secretando jugo pancreático al duodeno y como endocrina, secretando hormonas a la sangre (la insulina, producida por las células beta de los islotes de Langerhans y el glucagón, producido por las células alfa). El jugo pancreático es el jugo digestivo más importante. Contiene enzimas que digieren los tres principales tipos de alimentos (lípidos, glúcidos y proteínas) además contiene bicarbonato sódico, que neutraliza la acidez del ácido clorhídrico del jugo gástrico. 

2. Fisiología del aparato digestivo


La digestión consiste en descomponer los alimentos en sustancias más sencillas llamadas nutrientes que pueden atravesar la pared del intestino delgado y posteriormente las membranas de las células del organismo, para penetrar en ellas y ser utilizadas.

Existen dos tipos de procesos digestivos: digestión mecánica y digestión química. Las transformaciones mecánicas desmenuzan los alimentos sólidos en partículas más pequeñas (sin cambiar su naturaleza química) para que sobre ellos puedan actuar mejor las enzimas de los jugos elaborados por las glándulas digestivas (que posibilitan unas reacciones químicas que los convierten en sustancias de composición más simple).

Los nutrientes así obtenidos pueden ya atravesar la pared del intestino mediante el acto denominado absorción. Las sustancias que no han podido ser digeridas, se expulsan mediante la defecación.

Por lo tanto vamos a dividir todo el proceso digestivo en varios pasos para facilitar su estudio: la ingestión, la digestión, la absorción y la egestión.


2.1. Ingestión de los alimentos

En este proceso se van a incorporar los alimentos al aparato digestivo. Podemos distinguir tres grandes partes en él: la masticación, la insalivación y la deglución del alimento. Estos procesos ocurren en la boca y son mayoritariamente de naturaleza mecánica aunque, como veremos, también ocurre una cierta digestión química.

La masticación consiste en la división o trituración de los alimentos sólidos por la acción de los dientes al moverse la mandíbula inferior. La lengua ayuda a la masticación, manteniendo el alimento en la boca y colocándolo entre los dientes (recuerda la función de cada diente que ya vimos anteriormente).

La insalivación consiste en la mezcla de los alimentos con la saliva y en las modificaciones que sufren por su acción. La saliva es un líquido incoloro, viscoso, rico en agua, en la que se hallan dispersas diversas sustancias entre las que destacan la mucina, proteínas, sales minerales, y una enzima denominada ptialina o amilasa. Las acciones que ejerce la insalivación sobre el alimento son principalmente cuatro:

a) Disuelve partículas alimenticias permitiendo la percepción de su sabor.

b) Humedece, ablanda y aglutina los alimentos masticados formando el bolo alimenticio.

c) Esa misma mucina lubrica el bolo alimenticio favoreciendo su posterior deglución y evitando que produzca lesiones al atravesar el esófago.

d) La amilasa, descompone parcialmente el almidón y el glucógeno en el disacárido maltosa, continuándose la acción de esta enzima en el estómago.

La deglución es el acto de tragar, entendiéndose como el paso del bolo alimenticio de la boca a la faringe, de esta al esófago y, finalmente, al estómago. 

El alimento, por un movimiento voluntario de la lengua, es empujado hacia la faringe. Una vez en esta, un reflejo involuntario se hace cargo del traslado hacia el esófago. Pero como la faringe es una región común a las vías respiratorias y digestivas, han de entrar en juego unos mecanismos que cierren las fosas nasales y la entrada del aparato respiratorio para evitar que el alimento siga estas vías. Por ello, el velo del paladar se levanta para tabicar la cavidad nasal, y la epiglotis cierra la laringe.




Lógicamente durante esta fase de la deglución, la respiración se suspende. Los humanos tenemos la laringe muy baja, como resultado de la evolución que ha convertido este conducto en el órgano fonador (productor de sonidos); por ello es tan fácil que nos atragantemos e incluso nos asfixiemos al comer, pudiendo llegar a morir. Sin embargo eso no nos ocurre cuando somos recién nacidos: respiramos y mamamos a la vez pues la laringe está en una posición mucho más alta.

A lo largo del esófago el bolo alimenticio progresa gracias al peristaltismo y no por gravedad (una vaca al comer siempre tiene la cabeza más baja que el estómago). Cuando llega al estómago el cardias, válvula situada a la entrada del mismo, se cierra para evitar el reflujo o retorno a la boca del alimento que allí se encuentra. 



Un buen vídeo que explica el proceso completo pero hay que leer que no tiene voz narrada

2.2. Digestión gástrica

La digestión que se lleva a cabo en el estómago es preferentemente de tipo mecánico y la digestión química solo afecta a un tipo de biomoléculas y de forma incompleta.

Al llegar el alimento al estómago actúa sobre él el jugo gástrico segregado por esta víscera, cuya acción se ve favorecida por los movimientos que en forma de ondas o movimientos peristálticos se propagan a lo largo del mismo. La potente musculatura del estómago termina de reducir a una papilla los alimentos que a él llegan.





El jugo gástrico es un líquido cuya característica más destacada es su alta acidez (pH = 1,5; el pH neutro es 7) debido al ácido clorhídrico que contiene. La función de este ácido es permitir la activación y actuación de la pepsina y eliminar patógenos y parásitos de los alimentos que consumimos.

Además el jugo gástrico contiene una enzima, la pepsina, que actúa sobre las proteínas rompiéndolas en grandes fragmentos denominados polipéptidos (rompe los enlaces peptídicos entre dos aminoácidos mediante hidrólisis). Esta enzima solo puede actuar en medio ácido y esa acidez se la proporciona el ácido clorhídrico. En realidad, la enzima fabricada recibe el nombre de pepsinógeno y es inactiva. Se trata de un mecanismo de seguridad que evita que las proteínas de las mismas glándulas puedan ser atacadas (la mucosa queda cubierta por una gruesa capa de mucus protector antes de que se vierta el ácido y el pepsinógeno por el mismo motivo).

El cuajo (o renina o fermento lab o caseasa), más abundante en el lactante, transforma la caseína de la leche (su principal proteína) en caseinato cálcico (tomando calcio del medio), facilitando la posterior digestión de esta proteína por la pepsina.

Además de estas enzimas, el estómago produce una hormona: la gastrina. Esta hormona reacciona a la distensión gástrica y a los alimentos promoviendo la motilidad gástrica, la secreción de jugo gástrico y el crecimiento de la mucosa gástrica.

Terminada la digestión gástrica, la papilla ácida resultante recibe el nombre de quimo. El estómago no se vacía de una vez, sino que vierte el quimo en pequeñas porciones abriéndose y cerrándose el píloro. 


2.3. Digestión intestinal

La digestión en el intestino delgado es de naturaleza química casi en su totalidad; estas acciones químicas son realizadas por las enzimas de los jugos pancreático e intestinal. La bilis producida por el hígado también colabora en la digestión química aunque no tenga enzimas.

Las enzimas digestivas producidas por el páncreas y que llegan con el jugo pancreático son: la amilasa pancreática, que degrada almidón y glucógeno en maltosa, pero no celulosa; la lipasa pancreática, que participa en la digestión de grasas; estearasas, que degradan compuestos relacionados con el colesterol; nucleasas (ribonucleasa y desoxirribonucleasa, que degradan ARN y ADN respectivamente), la tripsina y la quimotripsina, que rompen los polipéptidos en péptidos de pequeño tamaño, y la carboxipeptidasa, que va liberando aminoácidos de los péptidos al romper el último enlace peptídico de un péptido por el extremo del ácido carboxílico. Todas las enzimas que actúan sobre proteínas son liberadas en su forma inactiva (como la pepsina del estómago). Esto constituye un mecanismo de defensa que evita que digieran la glándula que la produce. La capacidad catalítica de las enzimas proteolíticas se recupera por la acción de otra enzima: la enteroquinasa, producida por glándulas intestinales (recuerda que el pepsinógeno del estómago pasaba a pepsina por un cambio de pH).



Además de las enzimas digestivas, el jugo pancreático contiene bicarbonatos para eliminar la acidez del quimo y evitar que dañe al intestino delgado (que carece de la mucosa protectora del estómago).

El propio intestino delgado tiene numerosas glándulas que van a producir y liberar el jugo intestinal. Algunas de las enzimas intestinales son: la carboxipeptidasa (que va liberando aminoácidos de los péptidos al romper el último enlace peptídico de un péptido por el extremo del ácido carboxílico igual que la pancreática), la dipeptidasa (que rompe péptidos en dipéptidos) y la aminopeptidasa (separa aminoácidos de un polipéptido pero desde el extremo del grupo amino libre), y la maltasa, la sacarasa y la lactasa, que degradan a monosacáridos la maltosa, la sacarosa y la lactosa respectivamente.

Además de secretar enzimas, el intestino produce dos hormonas que regulan el proceso digestivo: la secretina y la colecistocina (CCK).

El ácido clorhídrico presente en el quimo estimula a las células del duodeno para que liberen secretina a la sangre. Su función es estimular la secreción de bicarbonato de sodio por el páncreas, para neutralizar el pH ácido y a la vez activar la secreción de bilis almacenada en la vesícula biliar.

La secreción de colecistoquinina (CCK) se desencadena ante la presencia de grasas en el intestino. Su función es estimular la contracción de la vesícula biliar para que se segregue bilis hacia el duodeno, a la vez que induce a la liberación de las enzimas pancreáticas. De esta forma, la bilis emulsiona las grasas facilitando la acción de las enzimas pancreáticas.


La bilis (o hiel) es elaborada en el hígado y se trata de un líquido viscoso, de color amarillo-verdoso y de sabor fuertemente amargo. Su composición es muy compleja, destacando en ella los ácidos biliares, las sales biliares y los pigmentos biliares. Es importante señalar que la bilis no contiene ninguna enzima, pero ello no significa que no desempeñe papel en la digestión, pues gracias a los ácidos y sales biliares se produce una fina emulsión de las grasas del quimo (de forma similar a como los detergentes en la lavadora hacen con la grasa permitiendo que pase por los huecos de los tejidos), con lo cual se facilita extraordinariamente la acción que ejerce sobre ellas la lipasa pancreática (esto constituiría la única digestión mecánica que se produce en el intestino delgado). Las personas que tienen “problemas de vesícula” y no son capaces de liberar suficiente bilis durante la digestión deben reducir drásticamente las grasas de su dieta.

Los pigmentos biliares no intervienen en la emulsión, tratándose de productos de excreción procedentes de la degradación metabólica de la hemoglobina. Estos pigmentos son la bilirrubina y la biliverdina. Ambos colorean las heces fecales y cuando el hígado deja de funcionar, por ejemplo durante una hepatitis, se acumulan en la sangre dando un color amarillento a la piel del enfermo –ictericia- que se observa particularmente bien en la conjuntiva ocular. [Tras una comida rica en grasas, el hígado llega a verter hasta un litro y medio de bilis. Los ácidos y las sales biliares son compuestos orgánicos que una vez han actuado son absorbidos por el intestino grueso y así se reaprovechan]. 



2.4. Absorción de nutrientes en el intestino delgado

Una vez terminada la digestión en el intestino delgado y la neutralización de la acidez del quimo gracias a los bicarbonatos tenemos una papilla que recibe el nombre de quilo.

Esta papilla también contiene todas aquellas moléculas orgánicas que no han sido digeridas así como una gran cantidad de agua y sales minerales. Las sustancias digeridas que forman el quilo se encuentran ya en condiciones de ser absorbidas atravesando la pared intestinal. Es por tanto el intestino delgado el lugar donde se incorporan al interior del organismo la gran mayoría de los nutrientes, para ser llevados por la sangre y la linfa a todas las células del cuerpo (recuerda que todo lo que hay en el interior del tubo digestivo no está en realidad en el interior del organismo).

La absorción intestinal tiene lugar a través de las células epiteliales que recubren las vellosidades intestinales. 


Las vellosidades intestinales tienen como función el aumento de la superficie de absorción, mejorando la rapidez del proceso, pero por si fuera poco, la cara de cada célula que da a la luz de tubo presenta la membrana plasmática enormemente replegada, formando microvellosidades (o borde en cepillo). Así pues, la superficie total de intercambio que presenta el intestino delgado alcanza los 300 m2.




En el interior de cada vellosidad se encuentra una pequeña arteria (arteriola) que se capilariza y una vena (vénula) que recoge esa red capilar, así como un pequeño vaso ciego llamado vaso quilífero procedente del sistema circulatorio linfático.

A la sangre van a pasar todos los componentes que han atravesado las células de la mucosa intestinal a excepción de las grasas, que entran directamente en los vasos quilíferos. Es de destacar el hecho de que las grasas sólo pueden atravesar la pared intestinal si están descompuestas en ácidos grasos y glicerina, pero nada más entrar son esterificadas nuevamente a grasas y así circulan en la linfa (un buen diseñador lo habría hecho mejor, pero la evolución ya sabemos cómo trabaja). Los triglicéridos, una vez en la linfa, serán conducidos por el sistema circulatorio linfático hasta que desembocan en el sistema circulatorio sanguíneo, pasando a la sangre (como veremos en el aparato circulatorio).

El resto de los componentes, una vez en los capilares de las vellosidades se dirigen a venas mayores que van confluyendo (desde todos los puntos del intestino delgado) hasta formar la vena portahepática que se dirige al hígado, donde se ramifica en innumerables capilares. De esta forma las células del hígado se encargarán de recoger estos compuestos del torrente sanguíneo evitando un cambio en su composición que alteraría grandemente el equilibrio del medio interno con el consiguiente peligro de desestabilización del organismo.



2.5. Formación de las heces fecales en el intestino grueso

Tras la absorción de los nutrientes en el intestino delgado, van a ir quedando unos restos formados por materia orgánica sin digerir, sales minerales, sales biliares y agua.

Estos componentes pasan al intestino grueso en el cuál se irá produciendo una absorción progresiva del agua y las sales minerales que conlleva una compactación y deshidratación de estas heces fecales.

En el intestino grueso habita una flora bacteriana comensal que aprovecha los restos orgánicos, fermentándolos y siendo responsable de la producción de gases (que ayudan al movimiento de las heces fecales) y otras substancias malolientes. Además estos organismos producen ciertas vitaminas (vit. K y otras del grupo B) que absorbemos a través del propio intestino lo cuál también nos beneficia. Por último su presencia impide que otros gérmenes extraños puedan colonizarnos, con el consiguiente riesgo de producir desequilibrios e infecciones. 


2.6. Defecación o egestión

Las heces fecales que han ido compactándose y solidificándose se van acumulando en la parte final del intestino grueso: el recto. Cuando este está lleno sentimos la necesidad de defecar y para ello el recto posee una potente musculatura capaz de expulsar las heces al exterior a través del ano.

Esta salida está controlada por dos esfínteres: uno interno e involuntario y otro externo y de control voluntario.


2.7. Control de la ingestión

El control del proceso de la digestión está a cargo del sistema nervioso, si bien también intervienen ciertas hormonas segregadas en algunas zonas del tubo digestivo (como ya hemos visto antes). Estas hormonas envían señales de unos puntos a otros del tubo aprovechando el sistema de transporte de la sangre como modo de comunicación entre zonas diferentes para que se acelere o se reduzca el peristaltismo según los casos.

En cuanto al sistema nervioso, se comentó el control voluntario de la masticación y el automático de la deglución así como de los movimientos peristálticos: las células musculares se contraen de forma perfectamente coordinada gracias a las señales enviadas desde el sistema nervioso central.

Además, es preciso saber que existen receptores nerviosos que informan al cerebro sobre el estado de distensión de las paredes del estómago (si está lleno o vacío), de tal modo que se inhiba o active el centro del hambre o el de la saciedad.

Existe un reflejo gastro-cólico (por vía nerviosa pero sin pasar por los centros superiores) que consiste en que cuando el estómago recibe comida, inmediatamente envía una señal al colon para que aumente el peristaltismo y se disponga a evacuar su contenido (si empezamos a comer, habrá que pensar en dejar sitio libre: muchas personas para ir al cuarto de baño por la mañana tienen que comerse antes una naranja o un kiwi o tomarse un café, etc.). Básicamente se coma lo que se coma el reflejo se desencadena, pero además hay un componente psicológico y de hábito en esto de ir al váter.

Otro hecho llamativo del control es que ciertos estímulos externos pueden desencadenar las respuestas de puesta en marcha del proceso de la digestión: un olor a comida a una hora adecuada o la visión de un alimento apetecible o simplemente el recuerdo de una buena comida y “la boca se hace agua” y el estómago comienza a “rugir”.

Existe también un centro nervioso situado en el bulbo raquídeo que desencadena el vómito. Se trata de un movimiento peristáltico en sentido inverso al habitual, que parte del estómago y que evolutivamente es un mecanismo de defensa ante algún problema relacionado con el proceso de la digestión o con la ingestión de alimentos en mal estado. No es un hecho habitual y de ahí su brusquedad y la sensibilidad de la mucosa del esófago a los ácidos del estómago. 



3. Hábitos saludables del aparato digestivo

Los principales hábitos saludables relacionados con el aparato digestivo que debemos seguir son:

a) Lavarse las manos de forma concienzuda antes de comer y de preparar las comidas. Así se evita que los alimentos estén contaminados por bacterias o parásitos.



b) Cepillarse los dientes y las encías después de cada comida. Así eliminamos los restos de comida que pueden servir para que se alimenten las bacterias de la boca y produzcan ácido que dañen nuestros dientes y aparezcan caries. Un correcto cepillado de dientes tiene que:

· Durar como mínimo dos minutos.

· Usar dentífrico con flúor.

· El cepillado tiene que ser con movimientos verticales, ya que si son horizontales desplazamos los restos de comida pero no los limpiamos.

· Los dientes deben cepillarse por la parte exterior e interior.

· Usar hilo dental para limpiar los espacios que quedan entre los dientes y a los que no llega el cepillo.




c) Masticar despacio para triturar completamente los alimentos, facilitando su digestión al ponerse en contacto los alimentos con los jugos digestivos. Comer tranquilo, sin prisas, disfrutando de la comida, sentado correctamente, ayudará a la buena digestión además de evitar atragantamientos. Además ayudará a disminuir nuestro stress y ansiedad.

d) Evitar comer entre horas para no someter al aparato digestivo a un trabajo continuo.

e) Realizar entre tres y cinco comidas diarias no muy abundantes para evitar que el aparato digestivo trabaje en exceso.

f) Evitar tomar bebidas y alimentos muy fríos o muy calientes. El frío puede causar irritación de garganta y favorecer la aparición de faringitis o amigdalitis. Si los alimentos están muy calientes pueden causar quemaduras en la boca, especialmente en la lengua, además de provocar irritación de las mucosas de la faringe y esófago.

g) Evitar tomar alimentos muy picantes, ya que pueden provocar la irritación de la mucosa del estómago.

h) Evitar tomar bebidas y alimentos muy azucarados, ya que los azúcares sirven de alimento a las bacterias de la boca y éstas producen ácidos que causan caries.

i) Tenemos que evitar la deshidratación, tanto limitando la actividad física en días de excesivo calor, como recuperando el líquido perdido por vómitos o diarreas.

j) Hay que asegurarse de que los alimentos y bebidas que tomamos se encuentran en perfectas condiciones para evitar intoxicaciones alimentarias.

k) Ingerir alimentos ricos en fibra, ya que como no se digiere, favorece el movimiento intestinal y previene el estreñimiento y la obesidad.

l) Realizar ejercicio físico habitualmente evita la acumulación de gases intestinales y previene el estreñimiento pues acelera el tránsito intestinal.

m) Evitar consumir bebidas alcohólicas de forma frecuente o abusiva, ya que pueden afectar al hígado y el páncreas de forma irreversible.

n) Evitar el consumo de tabaco: responsable de la mayoría de cánceres de boca y faringe.



4. Patologías más frecuentes del aparato digestivo

4.1. Enfermedades de la boca

4.1.1. Caries

En la boca viven unas bacterias que se alimentan de los restos de comida que quedan entre los dientes. Descomponen el alimento y producen un ácido que daña el esmalte, dejando unas cavidades que pueden llegar a destruir el diente.

La caries puede llegar hasta la pulpa del diente y producir una infección con un dolor muy fuerte, dando lugar a una inflamación dental o flemón.

Se pueden prevenir las caries si nos lavamos los dientes después de cada comida. También es positivo evitar los alimentos y bebidas demasiado azucarados. Si ya se ha producido la caries, el dentista tendrá que hacer un empaste. El odontólogo quitará la parte dañada del diente y rellenará el hueco con una sustancia para reconstruir el diente.




La infección de la caries puede terminar pasando al torrente sanguíneo por los capilares de la pulpa y causar un problema médico de mayor gravedad así que no debe descuidarse su tratamiento por parte del dentista.

4.1.2. Sarro y placa dental

La placa dental es una delgada capa transparente y pegajosa que se acumula en la superficie de los dientes. Contiene bacterias, restos de comida, azúcar, saliva, …, que ensucian los dientes aunque tengas una buena higiene dental, ya que las bacterias se reproducen constantemente. Es la principal causa de caries y de otras enfermedades de las encías. Para evitar la placa dental es necesario cepillarse los dientes y usar hilo dental regularmente.

Si no se elimina, se va acumulando y mineralizando, endureciéndose hasta transformarse en sarro. El sarro se puede ver porque da un color marrón o amarillento a los dientes. Es necesario la visita al dentista para que lo elimine realizando una limpieza bucal. El sarro, además de suponer un problema para la salud de los dientes y encías, es un problema estético, ya que al ser más poroso, es más fácil que aparezcan manchas en los dientes, especialmente si se fuma o se toma café, té, etc.


4.1.3. Gingivitis y piorrea

La gingivitis es una inflamación dolorosa de las encías que se enrojecen y sangran. Está causada por la placa dental, por lo que es importante eliminarla con el cepillado.

Si la gingivitis no se trata, puede llegar a producir piorrea. La piorrea o periodontitis no afecta sólo a la encía, sino que se ve afectado el hueso que soporta el diente, pudiendo incluso desaparecer, con la consiguiente pérdida de dientes.




4.1.4. Muelas del juicio

Las muelas del juicio no son una enfermedad propiamente dicha pero el poco espacio en la mandíbula de los seres humanos hace que, en algunas ocasiones, haya problemas asociados a su salida. Normalmente la solución es la extirpación de estas piezas dentales como vemos en el vídeo.


4.2. Enfermedades de las glándulas salivales

4.2.1. Parotiditis o paperas

La parotiditis, más conocida como paperas, es una enfermedad contagiosa causada por un virus, que provoca la inflamación de las glándulas parótidas. Se contagia con mucha facilidad por la saliva; cunado una persona infectada estornuda o tose pequeñas partículas de saliva quedan en suspensión y pueden ser inhaladas por las personas cercanas.

El número de casos ha descendido considerablemente desde que se aplica la vacuna triple vírica (sarampión, parotiditis y rubéola) aunque los últimos años ha ido aumentando debido a la población que no se vacuna.

Normalmente no es una enfermedad grave pero en ocasiones causa inflamaciones serias en otras partes del cuerpo como los testículos (orquitis), el cerebro (encefalitis), las meninges (meningitis) o el páncreas (pancreatitis). Otras complicaciones graves son la pérdida de la audición (que puede llegar a ser permanente), problemas cardiacos y abortos.

No tiene ningún tratamiento curativo y solo se pueden paliar los síntomas.




En ocasiones las obstrucciones del conducto salival pueden presentar síntomas similares. Es estos casos debe removerse la obstrucción y, si se ha producido una infección bacteriana como consecuencia, tratarla con antibióticos.

4.3. Enfermedades del esófago

4.3.1. Reflujo esofágico

El reflujo esofágico se produce por un cierre insuficiente del cardias. Como consecuencia el ácido del estómago sube y afecta a la región proximal del estómago que sufre la abrasión al no estar protegida por la gruesa mucosa estomacal.


Si no es muy severo se alivia con comidas ligeras y no tumbándose al hacer la digestión. También pueden tomarse medicamentos antiácidos (bicarbonato) para aliviar la acidez. Los casos más graves pueden corregirse con cirugía porque el daño muy continuado causa deformidades en el esófago e incluso puede llegar a producir cáncer.


4.4. Enfermedades del estómago

4.4.1. Gastritis

La gastritis es la inflamación de la mucosa gástrica, que es la capa de células que recubre el estómago, por exceso de secreción de ácido clorhídrico.

Los síntomas más frecuentes son dolor y ardor de estómago, náuseas, vómitos, eructos, etc.

Está causada por la ingestión de alguna sustancia irritante como comidas picantes, alcohol, café, té, refrescos de cola, alimentos en mal estado, algunos medicamentos, fumar, etc. También están asociadas a situaciones de estrés, en las que se produce una secreción excesiva de ácido clorhídrico. Otra causa puede ser que se segregue poco mucus protector, por lo que la mucosa es atacada por el jugo gástrico.

El tratamiento de la gastritis consiste en tomar antiácidos y tener una dieta con alimentos más ligeros para facilitar su digestión.


4.4.2. Úlcera péptica

Una úlcera gástrica es una herida causada por la destrucción de la mucosa del estómago, pudiendo llegar a tener hemorragias y hasta perforar la pared del estómago.

Se produce cuando el ácido clorhídrico que ayuda a digerir los alimentos, daña la pared del estómago o del duodeno. 

Hasta hace unos años se pensaba que la causa principal era el estrés y la dieta ero se descubrió que estaba asociada a la bacteria Helicobacter pylori; esta bacteria anida en la mucosa gástrica favoreciendo que el ácido la dañe. Factores que favorecen la aparición de úlceras son el uso prolongado de algunos medicamentos como la aspirina y el ibuprofeno, el estrés, las comidas picantes, alcohol, tabaco, etc.



Se trata con antibióticos para eliminar la infección y una dieta suave para evitar la excesiva producción de HCl.

En casos muy graves la herida puede llegar a atravesar la pared del tubo digestivo produciéndose una perforación. Esto es extremada mente grave pues el contenido del tubo digestivo se vierte en la cavidad abdominal provocando una sepsis (infección generalizada) y la muerte. Debe repararse con cirugía de forma inmediata.




4.5. Enfermedades del intestino delgado

4.5.1. Gastroenteritis

La gastroenteritis es una enfermedad caracterizada por la inflamación ("-itis") del tracto gastrointestinal que está compuesto por el estómago ("gastro"-) y el intestino delgado ("entero"-). Está producida por una infección del estómago y del intestino causada por parásitos, virus, o bacterias como la Salmonella.

Los síntomas principales son dolor abdominal, diarrea, y vómitos. El tratamiento consiste en reponer el agua y las sales, con dieta blanda, y si está producida por bacterias, con antibióticos. Es importante la prevención pues no existe tratamiento cuando es viral asegurándose de tomar comidas y bebidas sin contaminar y teniendo una higiene de manos adecuada. 




4.6. Enfermedades del hígado

4.6.1. Cálculos biliares

Los cálculos o piedras biliares son depósitos sólidos y duros que se forman en la vesícula biliar a partir de colesterol y sales minerales de la bilis. Se localizan en la vesícula biliar y en los conductos de salida de la bilis.

Si el cálculo tapona un conducto se produce un fuerte dolor en la zona derecha del abdomen, el cólico biliar.

En ocasiones no es posible eliminar el cálculo y es necesario extirpar toda la vesícula biliar. En este caso la persona deberá llevar una dieta muy baja en grasas toda su vida pues no podrá liberar la cantidad suficiente de bilis en la digestión.



4.6.2Hepatitis

La hepatitis es la inflamación aguda del hígado. Está causada por virus, el abuso de alcohol y por algunos medicamentos, pero también puede tener otras causas distintas.


Dentro de las víricas destacamos la hepatitis A (contagiada normalmente a través de alimentos contaminados), y la B y la C (transmitida por vía sanguínea y sexual y potencialmente mortales).


Los principales síntomas son náuseas, vómitos, pérdida de apetito e ictericia (amarilleamiento de los ojos y de la piel).





Los tratamientos dependen de la causa de la hepatitis. En el caso de las víricas que son graves existen tratamientos antivirales pero son muy caros y solo resultan efectivos en los primeros estadios de la enfermedad. Si el hígado está demasiado dañado se produce una cirrosis hepática y es necesario llevar a cabo un trasplante de hígado.


4.6.3Cirrosis

La cirrosis hepática consiste en la destrucción de las células hepáticas que son sustituidas por un tejido que no cumple su función. Aparece como consecuencia final de muchas enfermedades en las que se produce una inflamación del hígado (hepatitis), y también puede deberse al consumo de sustancias tóxicas y venenosas, pero la causa más frecuente de cirrosis es el consumo de bebidas alcohólicas.

Sus síntomas son los esperables ante un fallo hepático: ictericia, astenia, sangrados al mínimo golpe o por el tracto digestivo, …

No tiene tratamiento específico salvo intentar corregir lo que está provocando ese daño al hígado. En casos graves es necesario el trasplante de hígado o el riesgo de mortalidad es alto.


4.7. Enfermedades del páncreas

4.7.1Diabetes de tipo I o insulinodependiente

Se desconoce exactamente la causa de la diabetes de tipo I aunque se piensa que probablemente sea un trastorno autoinmune. El sistema inmunitario ataca por error a las células beta que producen la insulina en el páncreas.



Los síntomas pueden darse cuando la glucosa está muy alta en sangre (cetoacidosis diabética) o muy baja (hipoglucemia). Estos niveles descompensados generan muchos daños al organismo así que el diabético debe esforzarse para mantenerlos compensados.


Es muy importante que la persona diabética controle de forma estricta su alimentación y realice ejercicio de forma regular. Es aconsejable que lleve un glucómetro con el que poder medir su concentración de glucosa en sangre en cualquier momento.



La persona con diabetes tiene que inyectarse insulina de acción rápida en las comidas para que se absorba la entrada de glucosa en la sangre. Normalmente se hace con jeringuillas aunque pueden usarse otros métodos como las bombas de insulina.




4.8. Enfermedades del intestino grueso

4.8.1Apendicitis

La apendicitis es la inflamación producida por una infección del apéndice, pequeña prolongación junto al ciego del intestino grueso, que no tiene función digestiva pero tiene tejido linfoide y participa en la respuesta inmunitaria.

Sus síntomas son un intenso dolor en la parte inferior derecha del abdomen con náuseas, vómitos y fiebre.

Si no se trata a tiempo puede llegar a la perforación del intestino. Esto provoca que la infección y el pus salgan a la cavidad peritoneal produciendo una infección masiva (sepsis): a esto se le llama peritonitis y es mortal si no se opera de inmediato y se limpia toda la cavidad abdominal.  

El tratamiento normal es su extirpación quirúrgica; hoy en día suele hacerse utilizando una técnica laparoscópica que deja una cicatriz mínima y una recuperación más rápida. Una historia curiosa es la del doctor Rogozov que tuvo que operarse de apendicitis a sí mismo.




4.8.2. Enfermedades diarreicas

La diarrea no es una enfermedad, sino un síntoma de otra enfermedad. Es una alteración de las heces caracterizada por un aumento del volumen, la fluidez y la frecuencia de las deposiciones, en comparación con las condiciones fisiológicas normales, lo que conlleva una baja absorción de líquidos y sales minerales, y suele estar acompañada de dolor abdominal, fiebre, náuseas, vómito, debilidad o pérdida del apetito.

Las causas de la diarrea son muy variadas, como la gastroenteritis, intoxicaciones alimentarias como la salmonelosis, infecciones víricas o bacterianas como el cólera, enfermedades inflamatorias del intestino como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, enfermedades autoinmunes como la enfermedad celiaca, etc etc

Además de tratar la enfermedad subyacente que está provocando la diarrea debemos paliar sus efectos y especialmente evitar la deshidratación siguiendo una dieta blanda y tomar muchos líquidos que contengan sales minerales. No sirve tomar solo agua pues estamos perdiendo una gran cantidad de sales minerales y el agua sola solo serviría para aumentar el volumen de las deposiciones al no poder absorberla.


4.8.3Estreñimiento

El estreñimiento es la dificultad para evacuar las heces por tener poca movilidad en el intestino grueso. Al quedar los restos de la digestión mucho tiempo en el intestino grueso, se absorbe gran cantidad de agua, por lo que las heces se hacen menos fluidas y se dificulta su expulsión.

La causa del estreñimiento se debe a una dieta incorrecta, baja en líquidos y en fibra (celulosa) ya que ésta retiene líquidos y a la falta de ejercicio físico. Es el trastorno digestivo más común, sobre todo en las mujeres.

El tratamiento consiste en la toma de laxantes pero sólo cuando el problema es grave, sin tomarlos de forma habitual. La solución sería el cambiar a una dieta con más fibra y evitar el sedentarismo.



4.8.4Pólipos de colon

Un pólipo en el colon es una pequeña acumulación de células que se forma en el revestimiento del colon. La mayoría de los pólipos en el colon son inofensivos. Sin embargo, con el paso del tiempo algunos pólipos en el colon se pueden transformar en cáncer de colon, que suele ser mortal si se encuentra en sus últimos estadios.


Todos pueden padecer pólipos en el colon. Tienes un riesgo mayor si eres mayor de 50 años o tienes sobrepeso, si fumas, si tienes antecedentes familiares de pólipos en el colon o cáncer de colon.

Los pólipos en el colon no suelen causar síntomas. Es importante hacerte exámenes de detección regulares, como la colonoscopia, porque los pólipos en el colon que se encuentran en los primeros estadios por lo general pueden extirparse de manera segura y completa. La mejor prevención para el cáncer de colon es hacerse regularmente exámenes de detección y remoción de pólipos. Esto es especialmente importante si hay antecedentes familiares que han presentado este problema dado que hay un componente de predisposición genética.

Algunos síntomas que nos pueden hacer pensar en los pólipos de colon son el sangrado rectal, el cambio en el color de las heces, dolor abdominal y cambios en los hábitos intestinales.


4.8.5Cáncer colorrectal

El cáncer colorrectal es uno de los que presentan una mayor prevalencia y mortalidad en las personas de más de 50 años. Normalmente deriva de pólipos benignos preexistentes que se malignizan por mutaciones en el ADN de sus células.

Los signos y síntomas del cáncer de colon incluyen cambios persistente en tus hábitos intestinales, incluidos diarrea o estreñimiento, o un cambio en la consistencia de tus heces; sangrado rectal o sangre en las heces; molestias abdominales persistentes, como calambres, gases o dolor, etc

Muchas personas con cáncer de colon no experimentan síntomas en las primeras etapas de la enfermedad. Cuando aparecen los síntomas, es probable que varíen, según el tamaño del cáncer y de su ubicación en el intestino grueso.

Los factores de riesgo del cáncer de colon incluyen edad avanzada (aunque están aumentando los caos en menores de 50 años); antecedentes personales de cáncer colorrectal o pólipos; afecciones intestinales inflamatorias (como la colitis ulcerativa y la enfermedad de Crohn); antecedentes familiares de cáncer de colon; dieta con bajo contenido de fibra y alto contenido de carne roja; un estilo de vida sedentario; diabetes; obesidad; tabaquismo; alcohol.

Su tratamiento consiste en quimioterapia y radioterapia para reducir el tamaño del cáncer y facilitar su extracción quirúrgica así como para prevenir su metástasis a otras zonas del cuerpo.

4.8.6Hemorroides


Las hemorroides (o almorranas) son varices o inflamaciones de las venas en el recto y ano.

El principal síntoma de las hemorroides es el picor y dolor en la región anal y sangre roja brillante en las heces, en el papel higiénico o en el inodoro.

Las hemorroides suelen surgir como consecuencia del esfuerzo para evacuar el intestino, aunque pueden ser causadas por otros factores como el embarazo, el estreñimiento crónico, la diarrea o el envejecimiento.

El tratamiento incluiría cambios en la dieta, baños tibios y uso de cremas para reducir la inflamación. En casos más graves, es necesario recurrir a la cirugía.



Con esto finalizamos las patologías más frecuentes del aparato digestivo (y el tema). Como conclusión os dejo un vídeo de repaso que, aunque es muy viejuno, es bastante completo y lo resume bien.


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